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Es un libro editado por el Festival Internacional de Teatro, Música y Danza de San Javier, en el que se recogen imágenes del fotógrafo de escena pepe h correspondientes a las últimas ocho ediciones del festival el año que cumplió 40. Participaron actores, directores y bailarines escribiendo un pie de foto en alguna de las imágenes aportando a las fotografías una información que por su naturaleza, esta, es incapaz.

El libro obtuvo el «Primer Premio Mejor Cubierta en la Séptima Edición de los «Premios Visual de Diseño de Libros» y el Primer Premio «Mejor Libro» en la XV Edición de los Premios Anuaria 2010.

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Extracto de la introducción sobre al autor, a cargo de Fernando Vázquez Casillas

(…)El documentalista puro, por encima de la trascripción objetiva de la acción, continúa buscando en el amplio discurso de la vida aquellas sensaciones visuales que le hacen posicionarse como “fotógrafo”.

(…)algunos fotógrafos encuentran en el universo creado y recreado del teatro, el espacio en el que extender su ideario, su experiencia íntima. Luego, es la escena desarrollada, y todo lo que sucede en ella, la que se convierte en su cosmos, en el terreno en el que rebuscar una historia –su historia-.

(…)Este es el caso de Pepe H, fotógrafo que toma el teatro como centro de sus manifestaciones para introducirnos en el mundo real e irreal que sucede ante sus ojos e impresiona a su intelecto. Este autor nos retrotrae con sus imágenes a esa vida en la que la realidad y la ficción están inquebrantablemente en juego –incluso se conjugan-. Así, todo gira entorno a la idea de las miradas, tanto en el escenario como en las bambalinas.

(…)Toda fotografía tiene en mayor o menor medida un importante rasgo subjetivo, sin embargo, en el caso de Pepe H, este subjetivismo personal no implica la plasmación modificada del acto que sucede en el escenario. Bajo su punto de vista, la belleza que allí se encuentra es suficientemente significativa para intentar, a la hora de captarla e interpretarla, ser lo más objetivo posible. Es por ello que sus representaciones son un fiel testigo de lo acaecido, lógicamente, filtradas por el sentimentalismo experimentado durante la función teatral. En ese sentido, es un fotógrafo que cuida los detalles al máximo con el fin de acercarse a la realidad creada en todas las ocasiones.

(…)Todo lo que la imagen ha de contener ya está dispuesto, esa “realidad” ya ha sido creada (…) Conjugar ciertas disposiciones, encuadrar, elegir el momento preciso de la acción dramática, medir la luz –muchas veces escasa-, congelar el movimiento, enfocar y apretar el botón… me parece todo un ejercicio, un ejercicio puramente fotográfico tal cual concibo el medio…

(…)Queda patente el respeto que imprime en sus creaciones a la concordancia con el original representado.

(…)Innegablemente, la subjetividad de la composición permanece adscrita a la decisión final del encuadre, así como a los recursos técnicos, que el propio autor utiliza, con lo que su idiosincrasia subyace en cada obra que realiza. En este aspecto, el fotógrafo de escena es un ser que no necesita la casualidad, el azar o la búsqueda intrépida del resultado, todo está dispuesto en un lugar concreto a una hora determinada, tan solo le queda mirar y, por supuesto, saber ver lo que se mira.

(…)En la obra de este autor, la reflexión creativa pasa por la esencia del escenario teatral como centro de la composición. Todo es tratado bajo el prisma de la exigencia del ojo adiestrado, sensible, capaz de extraer del desarrollo del acto escenificado lo extraordinario y sublime del momento. Justamente, se trata de encontrar el aspecto más interesante del suceder de la acción, donde la luz, los personajes y el escenario se encuentran fusionados. Para la obtención de tales resultados, Pepe H introduce en sus representaciones un orden compositivo que dota a las imágenes de significados precisos, describiendo el mundo del teatro, el mundo de la fantasía real, con una potente sensibilidad plástica. Así, dispone obras en las que la función de su mirada –la cual juega un papel protagonista-, propicia la captación del instante capaz de dar sentido a su nueva escena.

Sus fotografías, por lo tanto, son autónomas, existen por sí solas, o al menos eso pretende. En este contexto, este fotógrafo tiende como norma hacia visiones expresivas, sin perder por ello el significante de lo documental. Todo pasa por un proceso de liberación, un proceso de experiencia vital profunda, teniendo como fin último la plasmación de aquellas emociones que le asaltan continuamente al posicionarse en el universo que le facilita lo teatral. Como consecuencia, lo perecedero cobra un nuevo sentido, aquello que ocurre en un lugar y hora estipulada pasa a expresar unas generalidades que sólo hallan su lógica a través de la propia mirada del autor.

En sus composiciones todo adquiere un papel principal. El actor, la luz, el escenario, son situados en un punto concreto de protagonismo, son dispuestos a un nivel físico preciso para ser analizados y recompuestos ante su mirada. De este modo, sus realizaciones se pueblan de sentidos, de atmósferas en las que unos sujetos ficcionados circulan por espacios inventados, casi siempre fantásticos, pero veraces, reconocibles para el contemplador. En todas ellas el discurso se aproxima a territorios de exaltación y la expresividad, libre de limitaciones, adquiere una fuerte presencia en la estructura de la escena y se hace narración de lo narrado para enunciar una intención en imágenes.

Igualmente, se recrea en un juego intrínseco de esencias, en el que el fotógrafo muestra lo que quiere de un acontecimiento, con la intención de que el público, al que sitúa en el mismo plano en el que se instaló el creativo, tenga la posibilidad de ver a la par lo que quiera ver. Así que hay una intención evidente hacia la construcción de imágenes que despierten el razonamiento libre den el concurrente y atraigan su atención por sí solas descontextualizadas de su origen. Situación que se propicia gracias al excelente uso de todos los recursos que le proporciona la escena, recreándose en un desarrollo descriptivo donde las texturas expandidas del color nos envuelven en nuevos territorios de la razón. El mismo incide en estas ideas cuando expone: (…) algunas de estas imágenes, aisladas y descontextualizadas, imaginando o ignorando por completo al observarlas que lo representado en la fotografía es, a su vez, una representación, permiten otras lecturas o interpretaciones, tantas como observadores. Algunas de estas imágenes gritan, dejando al observador completamente solo ante su mentira… o su verdad. De esta forma, con sus obras compone una nueva realidad, una realidad abierta al análisis individualizado.

 

Fernando Vázquez Casillas